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lunes, 9 de abril de 2012

Facsa se hace con el 100% de Tagus, el agua de Toledo.

Como todas las concesiones que obtiene Facsa, la  del servicio de aguas de la ciudad de Toledo   ha estado rodeada de polémica desde el principio.

Foto: wikipedia
En el año 2006 se subastó la gestión del agua en la capital castellano-manchega, y entre los aspirantes estaba la UTE (unión temporal de empresas) formada por Facsa y Gravesa, ésta última propiedad del presidente de la Cámara de comercio de Toledo, Fernando Jerez Alonso. También concursaron Aqualia (FCC); Aguas de Barcelona (Aquagest); Valoriza (Sacyr); Pridesa (filial de la alemana RWE) junto con Acciona.



Estas compañías protestaron ante el ayuntamiento, incluso alguna pleiteó por la vía judicial por las irregularidades en la adjudicación, que tenía truco, un truco que como siempre paga el contribuyente en sus recibos e impuestos. Lo que hicieron fue inflar artificialmente las previsiones de crecimiento, de forma que si no se cumplen las previsiones, es el ayuntamiento el que costea el ajuste del canon, o como dijo Sacyr en su protesta:  podría darse el caso de que alguna oferta estuviese transfiriendo su riesgo económico al Ayuntamiento. Aquagest puso una demanda en la que afirmaba que  están basados en proyecciones irreales de consumo y facturación que ponen en riesgo la viabilidad de la concesión y que, en su opinión, pueden acabar ocasionando una subida en el recibo del agua.
Fernando Jerez, "El aguador de Toledo"
de negocios junto a Bono I "El Católico"
foto: notitia criminis
A los tres años estos pronósticos se cumplieron casi al pie de la letra, y la situación se hizo insostenible, pagando el resultado de la mala gestión también los propios trabajadores, que protagonizaron un fuerte conflicto laboral que acabaron apagando el ayto. y CC.OO. En enero de este año presentaron denucia ante la inspección de trabajo porque las ratas devoraban incluso su ropa de trabajo.
Ahora el propietario de Gravesa vende su 51 por ciento de acciones a Facsa, que se hace con la totalidad de la empresa Tagus, aunque por razones comerciales mantendrá su nombre. 
El resumen es el de todas las historias con final triste que protagonizan estos delincuentes de Facsa: Concesión sospechosa de chanchullo (como poco), gestión fraudulenta, inversiones que prometen y no cumplen, empresarios polémicos de empresas raras que gracias a su "amistad" con personajes de la política acaban chupando del bote y cobrando sus favores, y los gobernantes del ayuntamiento y la comunidad consintiéndolo todo. Y los trabajadores y ciudadanos pagando tanto trapicheo, pero nuestros bolsillos y nuestra paciencia se acaban ya.

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